Al final todo se resuelve a la concepción de uno mismo, a la idea determinante que uno tiene de sí mismo y de las cosas que debería haber logrado y experimentado para poder estar de acuerdo con la vida que hemos vivido; si es así, el miedo a la muerte podría describirse como el miedo a no haber sido capaz de convertirse en quien teníamos planeado ser. Cuando sabemos con certeza que jamás nos convertiremos en quienes queríamos, de repente, no sabemos cómo vivir el
tiempo que ya nunca será parte de nuestras vidas.
(reflexión de la película Tren de noche a Lisboa)
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