-He estado echado polvos, ¿sabe?
+¿Ah, sí?
-Sí, un pasote. Quedé con una chica.
+¿Cómo te fue?
-Estuvo bien.
+¿Volverás a verla?
-No lo sé.
+¿Por qué?
-No la he llamado.
+Eres un aficionado.
-Sé lo que estoy haciendo.
+¿Sí?
-Sí, no se preocupe, está controlado. Absolutamente, pero, ya sabe,
esa chica es bonita, lista, divertida... distinta de las otras que he conocido.
+Pues llámala, Romeo.
-¿Para qué? ¿Para que me dé cuenta de que no es tan lista, de que es
tope aburrida? No sé... yo... Esa chica ahora es perfecta y no quiero estropearlo.
+Quizás lo que te preocupa es que tú dejes de ser perfecto. Te has montado una
filosofía perfecta, de ese modo podrás pasar el resto de tu vida sin conocer a nadie de verdad.
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