Sabes que alguien es un mediocre cuando le oyes asegurar que quiere ser feliz pero se empeña en quejarse, criticar y odiar a todos y a todo.
Sabes que alguien es un mediocre cuando te das cuenta de cómo está esperando a que el mundo, la gente y la vida cambien y se transformen en algo parecido a él-ella para que por fin la ansiada felicidad aparezca y le cure de su tedio, su dolor, sus traumas, el aburrimiento o lo que sea que tiene por dentro incordiándole.
Sabes que alguien está decidido a ser un mediocre porque notas cómo se da cuenta de que tiene problemas dentro de sí mismo pero no está dispuesto a trabajar para resolverlos y de nuevo espera que algo externo venga a sacarle las castañas del fuego.
Sabes que alguien es un mediocre porque aunque le vayan bien o normal las cosas está amargado y sólo ve lo que él-ella considera lo malo del mundo que a su vez es lo que está convencido de que es lo que le fastidia la vida.
Sabes que alguien es un mediocre cuando tiene soluciones para los demás pero no las aplica sobre sí mismo.
Sabes que alguien es un mediocre cuando cree que si apareciese el chico-a de sus sueños todos sus males se curarían, pero alguien parecido a ese ser idealizado entra un día en su vida y sigue tan a disgusto consigo mismo y con la existencia como antes.
¿¿¿¿Qué tiene de bueno la mediocridad????
Pues que como muchas otras cosas,
puede acabarse en cuanto uno se lo propone DE VERDAD.
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